lunes, 11 de mayo de 2015

Currito, Hamlet y Segismundo.


Hace unos días y como casi todos los días, al entrar al zaguán de casa escuché como piaba un pájaro, no presté atención pensando que tal vez sería uno más de los que revolotea el patio y se posan en el perenne tendedero de alambre que allí tengo, mi recorrido el de siempre, dejar las cosas en la mesa de la entrada, ir al dormitorio a cambiarme de ropa, a la cocina para preparar el almuerzo o simplemente para beber algo fresco, ver las noticias y si hay tiempo descansar algo. Pura rutina vital. Bien, pues ese pájaro no dejaba de piar y hasta que no me dispuse a descansar, tenía tiempo, no preste toda la atención que reclamaba tanto pío pío.
 

Aun teniendo la impresión que sonaba dentro de casa fui al patio y nada, ni en el suelo ni en el alambre, volviendo al salón y pensando en la siesta que el pájaro me iba a dar vuelve a sonar más pio pio… esta vez estoy seguro, por el volumen, que ha entrado en la casa y que sea el pájaro que sea está loco por buscar una salida, lo encuentro en el suelo detrás de las cortinas del zaguán, es como tantos por estas fechas un gurriato.
 
Y ahí es donde comienzan mis dudas y aparece Hamlet “Hasta en la muerte de un pajarillo interviene una providencia irresistible” Ante la falta de creencias religiosas mi pregunta es la de siempre ¿Qué es la providencia? Y mi respuesta igualmente es siempre la misma, la providencia son todas aquellas palabras o acciones, lo que dices y lo que haces, y que puedan afectar en el futuro de algo o alguien.

  
Ante esto no queda otra que seguir valorando respuestas sobre preguntas para tomar decisiones ¿Debía dejarlo en el patio por si venían los padres? ¿Lo dejaba en el suelo o lo posaba sobre una de las ramas del Laurel? En caso de hacerlo ¿Qué hora del día era la más adecuada? Y más dudas… ¿Y si viene el gato del vecino? Incluso ¿Y si viene el vecino…?
Ante la necesidad de una solución rápida, no podía estar en la duda permanente, solo tenía una respuesta, cuídalo tú mismo hasta que le dé la gana de darse a sí mismo la libertad, y en casa lo tengo hasta que llegue ese momento.

En estos tiempos en los que los hechos tienen que prevalecer sobre las palabras, el si no lo veo no lo creo, la retórica se ha convertido en mero instrumento técnico, cuánta razón llevaba Calderón de la Barca que en voz de Segismundo nos decía "Respóndete retórico el silencio: cuando tan torpe la razón se halla, mejor habla, señor, quien mejor calla."  

Es tiempo pues de tomar decisiones y llevarlas a la práctica, el límite está en el respeto a la libertad de los demás y en simbiosis con la igualdad.